domingo, 29 de noviembre de 2009

29 de noviembre de 2009; XVII Vía Augusta, etapa 4: Calzada de Tera Fuente Encalada

Pasado el río Tera, recorrería la vía romana el costado occidental de la actual aldea, en dirección noreste, por entre los parajes de Las Huertas y Villariego y, después, por entre Huelmo y Las Laderas. Vestigios de su paso podrían ser algunas de las cárcavas, cuando no retazos de explanada, que todavía se perciben en el ascenso hacia el extenso páramo de raña denominado La Dehesa, prosiguiendo, poco después del cruce de la Autovía das Rías Baixas, hacia Los Carballicos para llegar, por entre Las Sorrietas y Los Quiñones, hasta San Juanico el Nuevo. La vía coincide en casi todo el recorrido de este sector con el camino tradicional, que se conserva en numerosos tramos, a no ser en determinados segmentos de agger en los que se detectan indicios claros del antiguo trazado romano o en plataformas más o menos marcadas. Desde San Juanico, ascendería por Las Calzadas, topónimo que se documenta inmediatamente antes de cruzar el Arroyo del Caño, hasta las inmediaciones meridionales de La Végara, para proseguir por La Labrada, La Barrera, La Vega, el Camino Carbayo y el Camino de la Vereda, pasando casi tangente al Barrio de Abajo de Brime de Sog. Desde este punto seguiría el llamado Camino Cuevo, todavía sin asfaltar, o, tal vez, otro próximo y paralelo a este por el sur, directo a la iglesia vieja (de San Juan) de Santibáñez de Vidriales.

Desde la iglesia de San Juan la vía proseguía directamente hacia Petavonium por El Hoyuelo, cerca del cual se detecta el expresivo topónimo viario "Pedrón", tal vez alusivo a un miliario. El camino romano entraría en la mansión de Petavonium por el sur, no sabemos si cruzando el campamento, para proseguir, contorneando el cerro de El Castro por el este, hasta Fuente Encalada, lugar en el que se han detectado tres miliarios.

domingo, 15 de noviembre de 2009

15 de noviembre de 2009; XVII Vía Augusta, etapa 3: Villardeciervos, Calzada de Tera.

Partimos hoy de Villardeciervos, lugar donde finalizamos la anterior etapa, en dirección a Villanueva de Valrojo siguiendo la carretera que une ambas localidades; aunque si lo que  pretendéis es seguir el trazado original debemos ir al paraje de Villarino.

Entre Vilarino, posible sede de una mutatio y el llamado Puente de la Ribera de los Corrales, de nuevo aparece el relieve ligeramente accidentado, lo que no es obstáculo para que la vía, solo reconocible como camino antiguo, serpentee a través de portillo que se abre en la ladera y una vez rebasado, contornee por el norte de la zona de los corrales para llegar al Puente de la Ribera y enfilar decididamente hacia oriente por la Cuesta de la Mina, en donde se perciben claramente sus vestigios, El Robledo, Orrieta de los Gallegos y Pinar de Valdeconso, en donde giraría hacia la derecha, siguiendo desde aquí, más o menos, el trazado de la carretera que comunica Villardeciervos con Villanueva de Valrojo, a través de Valdaliste, los Baladrones, La Salguera, en donde se halla situada una fuente arcada.

En este tramo, permanecen muchos restos de calzada y otros signos de romanidad como son los fragmentos de agger y explanada de la Cuesta de la Mina o la dilatadas plataformas existentes en los prados de El Robledo y Orrieta de los Gallegos, en donde existe una inscripción dudosamente romana. A partir del Pinar de Valdeconso hasta un kilómetro antes de Villanueva de Valrojo, se perciben en las fincas contiguas pozos de extracción de rellenos, detectables durante la primavera cuando las tierras se hallan sembradas de cereal. Inmediatamente después se notan a la derecha de la carretera las tajaduras efectuadas en la roca para encajar la vía a o largo de unos cinco metros y ya rebasada la fuente de la Salguera, una nueva tajadura.

La vía seguiría por el interior de la actual población de Villanueva pasando por detrás de la iglesia parroquial a través de Vatallas, Fontalba y los Blancos, por un camino que marcha en suave ladera a la salida de la población hasta el Alto de la Forca, parece que tiene buen gradiente y posibilitó la organización del urbanismo de la población en torno a su decurso.

Desde el campo de fútbol de Villanueva de Valrojo, y a través de Urrieta de las Vacas, los ves­tigios de la vía se hacen todavía reconocibles en las fincas de labor. Ya, al final de Urrieta de las Vacas y contiguo a la gravera aban­donada, que llaman La Parva, se percibe un sector de la plataforma de la vía de unos cien metros de longitud por cinco o seis de anchura.

Cruzada inmediatamente la carretera que enlaza Zamora con Ourense por el paraje de Rompealbarcas, la vía romana se inclinaría a la derecha para ascender hasta el cerro de El Muelo a través de Las Forcadas y La Portillada, prosiguiendo por entre los términos de La Talanquera y el Tamboril, así como por las estribaciones septentrionales del Pico la Lar, prade­ras de Aveseo y Quiñones de Francos para, seguidamente, y rozando las estribaciones septen­trionales de El Muelo, con petroglifos en su cumbre, descender hacia Olleros por la Chana de la Manga y la Laguna de la Dehesa, siguiendo el llamado Carril de los Cervatos, que no es otro que el trazado de la antigua vía romana.

Inmediatamente antes de llegar a Olleros de Tera, en el paraje denominado Las Tierras del Gallo la vía tuerce hacia El Valle, en dirección a Calzadilla. En este paraje se descubren los fragmentos de tégula de una nueva mutatio y un sector de vía, a mane­ra de plataforma, de unos cien metros de longitud por 6 de anchura, roto en dos por la acción del Arroyo del Valle e interrumpido a mediodía por el ámbito del cementerio. Después del cam­posanto, y por el que se sigue llamando Carril de los Cervatos, llegaría a Calzadilla de Tera, reco­rriéndola de oeste a este para, una vez rebasada la población, torcer hacia la izquierda en busca del río Tera, que cruzaría, sin duda, por el desaparecido puente de El Vado construido con pilas líticas apoyadas sobre pilotes de madera hundidos verticalmente en el lecho del río sobre las que se sobrepon­dría un solado de madera soportado por vigas de la misma naturaleza. De tal entramado única­mente se conservan diversos pilotes hincados en el lecho del río, discernibles tan sólo durante los meses de máximo estiaje.